Álbum: Sobre el amor y sus efectos secundarios
Música: Morat
Año: 2016
Cuando te vi sentí algo raro por dentro... creo que así pasa cuando miramos con atención a Jesús crucificado. Sentimos raro... por dentro. Es una cosa interior y profunda. Una mezcla de miedo con locura. Angustia y admiración; repugnancia y atracción; asco y agradecimiento; miedo y locura: ¡miedo de esa locura! Es Dios el que cuelga del madero... y lo hizo por ti.
Es lógico sentir raro por dentro. Repasa sus llagas para ver cuánto ha sufrido y contempla su corona para ver cuánto lo has ofendido. Pero después, no te pierdas sus ojos... o piérdete en ellos. Y tu mirada, me juro que si te pierdo / Habré perdido la más grande fortuna.
No sé nada de tu historia / Ni de tu filosofía. Dile que no sabes nada de Él. Que quieres conocerlo y quererlo. Que no quieres perder la más grande fortuna. Hoy te escribo sin pensar / Y sin ortografía... No te preocupes de saber rezar “bien”. Dios quiere tu cariño natural y espontáneo. Jesús agradece que nos acerquemos con confianza y sin poses. Pídele que te explique las parábolas y que te enseñe a seguir sus mandamientos. ¡Dile que quieres aprender a quererlo!
Para aprender a quererte / Voy a estudiar cómo se cumplen tus sueños / Voy a leerte siempre muy lentamente / Quiero entenderte...
Realmente no es tan difícil aprender a querer a Dios. Nos lo ha dejado todo muy claro en el Evangelio y en la vida de tantos santos. ¿Cada cuánto leemos los Evangelios? ¿Los estudiamos cómo para entender a Dios? ¿Como para descubrir cómo se cumplen sus sueños? ¡Ahí está todo escrito! El Evangelio es palabra de Dios. Todo lo que nos quiere decir... esta ahí dicho. Hay que leerlo muy lentamente, con ganas de hacerlo muy nuestro; con ganas de vivirlo.
Cuando te vi, tuve un buen presentimiento / De esos que llegan una vez en la vida...
Mira a Jesús como lo vieron los primeros apóstoles, cuando les decía “sígueme”; míralo haciendo milagros y mira cómo la gente se va feliz después de haber estado con Él; míralo en la cruz, perdonando a los que lo clavan y asegurando el cielo al ladrón arrepentido; míralo en el sagrario, donde te espera desde hace tantos años... ¿no sientes ese buen presentimiento? ¿De esos que llegan una vez en la vida? ¿La vida en una decisión? Él que te busca, te dice: sígueme... ¿y espera tu respuesta? ¿Qué le vas a decir?
¡Ojalá nuestra respuesta sea que sí! ¡Qué sí a lo que Él quiera! Quiero tenerte aunque sea solo un momento / Y si me dejas, tal vez todos los días. Dile que quieres estar con Él para siempre en el cielo, pero demuestra esa deseos comulgando todas las veces que puedas. Y si me dejas, tal vez todos los días. ¿Qué te detiene como para que no lo recibas en la Eucaristía todos los días? ¿No te vuelve loco pensar que te espera com muchísima ilusión? ¿Y luego...?
Dios quiere darte una vida con más sumas que restas / Si tú me dejas, no habrá preguntas, solo respuestas. Quiere explicártelo todo, mostrarte toda su gloria, recibirte en su casa y platicar contigo cara a cara... pero ahora te pide un poco de fe, de confianza, de abandono, de humildad. No estamos listos todavía y necesitamos prepararnos para el cielo. Tenemos una misión que llevar a cabo. Dile con confianza y decisión: No descansaré, solo quiero tenerte a mi lado.
Esto que sigue está padre: Ruego que mi voz / Te demuestre lo que te he esperado / Antes de estar junto a ti / Por toda la vida. ¡Ahora es Dios quien te habla! Cristo bajó a la tierra y se hizo hombre para platicarnos del Padre y del amor que nos tiene. Como no bastaban las palabras, murió por nosotros en la cruz. Dios nos espera con muchísima ilusión en el cielo... ¿no te ilusiona escuchar esto? Antes de estar junto a ti / Por toda la vida.
Terminamos con un propósito claro: Quiero aprender a quererte... todos los días buscar conocer un poco mejor a Dios. Ni siquiera se necesita mucho esfuerzo. Más bien, se necesita una buena predisposición... Dios hará el resto: Si tú me dejas, no habrá preguntas / Solo respuestas.