Álbum: Miguel
Música: Miguel Bosé y Juan Carlos Calderón
Año: 1980
Con locura y equilibrio, te amaré. En secreto y en silencio, te amaré. Con el corazón abierto. Por ser algo no perfecto, te amaré. Te amaré como nunca se ha sabido, porque así lo he decidido: te amaré.
¡Qué bonito es el amor que Dios nos tiene! Con locura y equilibrio… la locura de Dios se muestra en muchas parábolas que Él mismo nos cuenta: la viejita que festeja encontrar una moneda, el pastor que deja a las noventa y nueve para buscar a la que se perdió, el padre que recibe en sus brazos al hijo pródigo… pero sobre todo en la cruz: con el corazón abierto… desde dónde nos ve en secreto y en silencio. Desde la cruz Jesús nos mira y nos repite en silencio: te amaré.
Por ser algo no perfecto, te amaré. ¿Cuándo vamos a entender que el amor de Dios es incondicional? ¿Que Dios no nos quiere por nuestros propios méritos sino por decisión suya? Por ponerte algún ejemplo, te diré, que aunque tengas manos frías, te amaré. Con tu mala ortografía; y tu no saber perder; con defectos y manías. A pesar de todo, siempre: te amaré. ¡A Dios no le importan tus defectos! Él nos creo así: perfeccionables, en potencia de ser perfectos, con debilidades… y así espera que le queramos. Nuestra santidad no consiste en hacernos perfectos sino en dejarnos perfeccionar por Él. Es más, no se trata tanto de amarlo sino de dejarnos amar (será lógico amarlo en la medida en la que nos sabemos amados por Él). El tiene la iniciativa y va con todo: A pesar de todo, siempre: te amaré.
Con la paz de las montañas te amaré… Es tiempo de descubrir el amor que Dios te tiene: creó el mundo para ti. Quiere que nos desenvolvamos en este escenario y nos quiere como protagonistas. A ti que te gusta la montaña: Dios la puso ahí para tu disfrute. ¿Te gusta el mar? Dios pensó en ti. ¿Te gusta el campo, la arena, las cascadas, la selva? ¡Dios pensó en ti! Y a Él también le gusta todo eso (al terminar, vio que su creación era buena). Al crearlo todo, Dios iba pensando en cada uno: te amaré.
Con un grito en carne viva, te amaré… En secreto y en silencio te amaré… Con el corazón abierto… Jesus en la cruz nos ama de una manera totalmente nueva y original: Te amaré, te amaré. Como nunca se ha sabido… Dios que se hace hombre para hablar con nosotros… luego hace suyos nuestros pecados y muere en la cruz. Te amaré, te amaré. Como no esta permitido. Casi nos dan ganas de decirle que no lo haga. ¿Cómo es posible que se rebaje a tanto? Es como si yo asumiera los “pecados” de una cucaracha y diera la vida por ella. Hay más distancia entre Dios y nosotros que entre nosotros y la cucaracha. Y sin embargo, no nos atrevemos a decirle a Jesús que no muera por nosotros, porque es nuestra única esperanza. No hay salvación fuera de Él. ¡Gracias Jesús por este sacrificio que haces por nosotros! ¿Y por qué lo hace? Porque así lo he decidido, te amaré… esa es la razón: decidió querernos.
Pero esto todavía va a más (el amor de Dios es infinito): como nunca se ha sabido… se queda en un pan para ser nuestro alimento. Jesús, el mismo que nació en Belén y caminó por las calles de Jerusalén, te espera en el sagrario: al caer de cada noche esperaré. Qué ilusión le da a Jesús que vayamos a visitarlo en el oratorio o en la Iglesia. Que vayamos a decirle, nosotros también: Te amaré, te amaré. Hasta el último momento. A pesar de todo, siempre te amaré…
Commentaires